El ADN no sólo proporciona información sobre las enfermedades genéticas y la herencia también genética de cada individuo. El ADN puede ser muy importante y determinante para el rendimiento deportivo de aquellas personas que practican esta disciplina a nivel profesional o amateur.
ADN y rendimiento deportivo, la pareja clave
Los expertos en rendimiento deportivo y en genética han descubierto que el conocimiento y análisis de la cadena de ADN puede ser la clave para que esta persona mejore y potencie su rendimiento deportivo.
De hecho, los alimentos y los entrenamientos van a verse determinados e influenciados por éste. Es decir, el deportista que conoce su ADN y cómo éste reacciona a según qué alimentos o entrenamientos podrá escogerlos y de esta manera mejorar su rendimiento.
En otras palabras: conocer el ADN permitirá averiguar de qué manera reacciona el organismo a distintos tipos de alimentos y a distintos métodos de entrenamiento. De esta manera, el deportista podrá saber si, por ejemplo, tolera mejor la cafeína o algún otro estimulante y si le van mejor los entrenos de resistencia o de fuerza.
Este conocimiento permite saber si el cuerpo tiene mayor o menor predisposición a carencias vitamínicas o tolerancias de ciertas sustancias, componentes alimenticios, etcétera. Por supuesto, esto permite al individuo ingerir una serie u otra de suplementos deportivos por ejemplo.
El deporte y el estilo de vida también modifican el ADN
El ADN puede parecer, en primer término, muy estático y nada maleable, pero nada más lejos de la realidad. La cadena genética de cada individuo es cierto que posee una estructura base, unos cimientos, que vienen de herencia familiar, pero también tiene una parte maleable y cambiante en función de los hábitos y estilo de vida de cada individuo.
De hecho, el ejercicio físico posee una estupenda acción sobre el organismo, por supuesto, pues activa el metabolismo, mejora la salud cardiovascular y un largo etcétera. Pero éste también influye en la fisiología del organismo.
Realizar actividad física de forma habitual reorganiza el cerebro haciendo que el individuo sufra mucho menos estrés. Y no sólo eso: en referencia al ADN, el ejercicio físico también influye de forma positiva.
Una actividad física habitual lleva a que la expresión innata del ADN, la heredada, cambie, se active o no en función de los hábitos de vida. La principal muestra de esta afección es que el patrón epigenético de los genes que afectan a la acumulación de grasa en el cuerpo se modifica.
De esta manera el organismo es capaz de reducir su porcentaje de grasa corporal de forma mucho más eficiente y natural. Y lo mismo sucede con otros tipos de “dolencias” o patologías que provienen de un exceso de peso o una vida sedentaria: diabetes tipo 2, enfermedades coronarias, etcétera.
Todo ello muestra que conocer cómo funciona el organismo en todos los niveles, tanto físico y externo, como orgánico e interno, permite mejorar las condiciones de vida de los individuos. Estas mejoras se amplían en todos los ámbitos: hábitos de vida, alimentación, medio ambiente donde se reside y un largo etcétera.